Hoy he venido aquí a quejarme. No es ninguna novedad, lo sé, pero como tengo la suerte de participar en este blog y tener libertad para crear su contenido, pues lo aprovecho para descargarme de vez en cuando con los motivos literarios que más me afectan. Lo siento por vosotros, pobres lectores. Total, que me pongo mis gafas de viejo cascarrabias (otra vez).

Durante el tiempo que llevo escribiendo (y en las redes sociales compartiendo mi experiencia con otros escritores) me he encontrado con algunos perfiles de escritores que antes me irritaban y que ahora casi me dan más lástima. No es que yo me considere mejor que ellos, pero al menos sí creo que soy más consciente de la situación en la que me encuentro y de lo que puedo lograr (o no) con mi escritura. Como siempre digo: el conocimiento es poder y conocerse a uno mismo (sea como escritor o en cualquier otro ámbito) es una herramienta poderosísima para evolucionar, para aprender y para alcanzar tus metas.

He seleccionado los tres tipos que más pululan por las redes sociales y que a veces (gracias a los dioses de felpa no muchas) incluso llegan a inscribirse a cursos de escritura, con la consiguiente tortura para el profesor de turno. Por fortuna, la gran mayoría de mis alumnos han sido siempre personas humildes y trabajadoras, pero conozco casos en que no siempre ha sido así.

Vamos con ellos:

Escritor impermeable

Este tipo de escritor es aquel que se piensa que lo sabe todo, que viene de vuelta y que su talento es muy superior al de cualquier otro escritor. Si alguien le da una opinión negativa o le ofrece una mejora a su texto, lo más seguro es que te conteste que no entiendes su arte. Este tipo de escritores se escudan en que la escritura es subjetiva y, como tal, las reglas que se pueden establecer a la hora de determinar lo que está bien o mal escrito son pocas (aunque las hay y el discurso de este tipo de escritor es fácilmente desmontable con los conocimientos adecuados). Estos escritores son los que tienen más complicado lo de crecer y dejarse ayudar por otros compañeros de profesión. Tienen de bueno, eso sí, que son inmunes al síndrome del impostor y que rara vez se enfrentan a la página en blanco ya que cualquier cosa que se les ocurre es digna de ser contada. Cuando uno de estos escritores entra a algún curso de escritura creativa, lo que suele provocar es que el resto de los compañeros no le hagan comentarios a su texto y que el profesor acabe machacando muchas veces un mismo punto hasta que el comentario atraviesa la coraza del alumno. Desde luego lo que más envidio de este tipo de escritor es su inmunidad al síndrome del impostor. Yo quiero un poco. Su nombre le viene, evidentemente, de lo poco permeable que es ante las críticas. Si es un caso muy extremo, puede incluso llegar a compartir su trabajo y pedir opinión, pero con la única intención de recibir halagos. De otro modo puede volverse incluso amargo con las críticas.

Escritor de boquilla

De este tipo de escritores ya he hablado alguna vez en el blog porque de estos hay muchísimos en las redes sociales. Son aquellos escritores que en lugar de escribir, dicen que escriben o hablan sobre la escritura. No hablo aquí de los escritores que pueden estar experimentando un bloqueo o un ataque de página en blanco. A los escritores a los que me refiero son a todos aquellos que pudiendo escribir, no lo hacen y a su vez, se dedican a pregonar que escriben a los cuatro vientos. Este tipo de escritor, en realidad, me da mucha pena porque intuyo que por dentro se sienten aún más impostores de lo que nos sentimos lo que escribimos y pensamos que nuestra calidad es mediocre constantemente. Al menos nosotros nos atrevemos a ponerlo en papel. No tengo muy claro si esta gente habla de escribir solo por buscar formar parte de una comunidad o porque de verdad escribir sería algo que les gustaría hacer. Hay que tener cuidado porque es fácil pasar de ser un escritor que escribe a uno que solo habla de escribir si nos dejamos llevar por la pereza. De hecho, es un riesgo que he visto correr a muchos profesores de escritura creativa que acaban hablando de cómo se escribe a todas horas sin que se sienten a teclear una sola palabra.

Escritor perezoso

Este tipo de escritor podría haberse llamado también Escritor de taller. Se trata del escritor que únicamente es capaz de escribir si tiene a alguien detrás que le presione para que lo haga. Son todos esos escritores que precisan de tertulias, clases de escritura o coaches para sentarse a escribir. Sin una presión en forma de fecha de entrega, son incapaces de escribir. Aparte de la fecha de entrega, los hay que también necesitan de una guía constante con sus proyectos. Ojo, no estoy diciendo que todo esto sea algo malo por sí mismo, creo que cuando un acompañamiento deja de ser tal y se convierte en una dependencia, es cuando empieza el problema. No se trata de aprender a escribir, se trata de solo poder escribir acompañado por un mentor. La idea final de todos los grupos de escritura es conseguir las herramientas que den al escritor independencia y criterio para desarrollar sus proyectos en el futuro, no convertirse en una droga.

Estos tipos de escritores me ponen muy nervioso por la simple razón de que temo convertirme en alguno de ellos con el tiempo. De hecho, creo que todos somos susceptibles de acabar perteneciendo a cualquiera de estos tres tipos de escritores. De nuevo, tal y como he adelantado antes, la clave creo que reside en conocerse bien a uno mismo y ser sinceros con nuestra escritura y nuestro proceso creativo. De ese modo podremos conocer el punto exacto en el que nos encontramos y no autoengañarnos.