Ya hemos hablado varias veces en el blog de la diferencia entre el proceso de escribir y el de corregir un texto. Podríamos decir, incluso, que el escritor debe convertirse en dos personas diferentes durante su trabajo. Cuando se comienza, de hecho, es aconsejable realizar la visualización de estas dos personalidades para que no se interfieran y no se bloqueen el uno al otro. Hoy me gustaría hablaros un poco de esa diferencia, pero no enfocada a consejos y modos de corregir o de escribir, sino desde un punto de vista personal. Es decir, hablaremos del escritor, no del texto, durante el proceso de escritura y durante el de corrección.

Escribir soñando, Corregir despierto, Itinerario de Literatura Fantástica, Terror y Ciencia Ficción, Escuela de Escritores,-IMG2-59

Y es que, como bien dice el título de la entrada, el único consejo que os puedo dar en este aspecto es que escribáis soñando y que corrijáis despiertos. Esto que ha quedado perfecto para poner en una taza con tipología de Mr. Wonderful, tiene su razón de ser y su enjundia.

Durante la escritura, el estado ideal del escritor es aquel en el que entra en la zona (si no sabes lo que es, te hablaba de ello en este artículo), aquel en el que como personas dejamos de percibir de forma directa nuestro alrededor y nuestra consciencia se traslada a la mente, a la imaginación. Cuando dejamos de ser conscientes del proceso mecánico de escribir, es decir, que no sentimos que estamos tecleando, ni escuchamos el zumbido del ventilador del ordenador. Por supuesto, para lograr esto se necesita un nivel alto de concentración para el que es muy recomendable no tener distracciones cercanas.  O tener una capacidad tal de abstracción que te permita concentrarte en un café, en el metro o en medio de un concierto de rock.

Con todo lo que os he dicho, no es difícil imaginar que este estado máximo de concentración se parece mucho al estado del sueño. En el sueño, sin embargo, no somos nosotros los que dominamos lo que vemos, sino que viene creado por nuestro subconsciente y nosotros lo padecemos o lo vivimos. En realidad, se parecería más a la ensoñación, aunque claro, entonces el título no me hubiera quedado tan pegadizo. La ensoñación sigue sin ser del todo consciente, seguimos sin controlarla del todo, mientras que la escritura siempre va a necesitar de un pensamiento racional que la guíe.

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Es verdad que en el momento de la escritura es muy recomendable dejarse llevar por la intuición, pero debemos encontrar un equilibrio que haga que podamos llevar la historia por dónde queramos y que, a la vez, tengamos del todo abierta la puerta a la imaginación, la intuición y la inspiración. Si nos dejamos llevar del todo por la imaginación, es probable que escribamos mucho, pero que lo que escribamos no presente una coherencia interna. Y eso puede funcionar cuando se están escribiendo relatos, pero es peligroso cuando se escribe una novela, porque es difícil de redireccionar. De todos modos, este es el momento en el que debemos (con mayúscula si queréis) dejar volar la imaginación. No es el momento para estar encima de lo que escribimos. Ya llegará el corrector para ello. Es el momento de disfrutar y de dormir, que ya sonará el despertador.

Efectivamente, tal y como se intuye del símil, después del sueño llega el momento del despertar; es decir, después de la escritura, llega el momento de la corrección. La corrección, al contrario que la escritura, necesita que el escritor esté con todos sus sentidos alerta y enfocados en lo que ya se ha escrito. Es, o debe ser, siempre a posterior y, de ser posible, es recomendable realizarla en otro momento diferente al de la escritura. Cuanto más tiempo haya pasado, más notaréis los problemas del texto, aunque cuanto más cercano lo tengáis, mejor vais a poder tomar decisiones cuando haya que cambiar algo.

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En este momento del proceso no es recomendable dejarse llevar, ni que la intuición tome el camino. Las decisiones que toméis, lo que sucede en la historia, debe ser el resultado de las decisiones que hayáis tomado como escritores. Ahora es el momento de revisar teniendo en cuenta la planificación y lo que se quiere alcanzar con el texto.

Sé que cuesta mucho encontrarse con algo con lo que hemos disfrutado mucho al escribir y que, conscientemente, no acabe de funcionar en la historia. No tiene que ser, necesariamente, porque esté mal escrito, simplemente puede que el personaje no sea coherente o que la acción descrita lance la trama hacia un lugar que no os interese en absoluto. En esos momentos debe prevalecer, siempre, la opinión del corrector. Poco a poco debemos entrenar la capacidad de alejarse y separarse del texto, el no ser perezosos y trabajar. De hecho, considero que el verdadero trabajo de un escritor está en la corrección. Es donde se ve la fuerza y las ganas por buscar una palabra exacta o acabar de cuadrar un párrafo díscolo. Sentarse a escribir, sin corregir, llenando cuartillas, no es del todo escribir. Esos textos sin revisar no suelen ser comprensibles para los demás y, al final, por mucho que nos duela, la finalidad de la escritura es que otro lea. Aunque nunca pensemos en publicar, ese otro puedes ser tú mismo en el futuro.

Escribir soñando, Corregir despierto, Itinerario de Literatura Fantástica, Terror y Ciencia Ficción, Escuela de Escritores,-IMG1-63

Y a ello puede ayudar el concebir la escritura y la corrección como dos caras de la misma moneda. Igual que no reaccionamos de la misma manera en la realidad o en el sueño ante el mismo acontecimiento. Al final, la decisión verdadera, la acción que cuenta, es la que tomamos estando despiertos. No podemos vivir despiertos de la misma manera que lo hacemos soñando ni podemos llamar vivir a pasar todo el tiempo soñando (ni podemos vivir sin dormir).

Como veis, las dos actividades se completan y se complementan, igual que el sueño y la vigilia son necesarias para que vivamos con normalidad. Si queremos que nuestro texto no enferme, debemos actuar con consecuencia y dedicar el tiempo adecuado para cada una de las actividades.