El otro día, en uno de mis innumerables días envuelto en el largo y tedioso proceso de corrección de la novela en la que estoy trabajando ahora, me di cuenta de que gran parte del tiempo que estaba invirtiendo en esta segunda revisión del borrador estaba dedicado a engordar el texto.

Con engordar el texto no me refiero a añadirle palabras o acciones, a alargar la novela, al fin; para mí, engordar el texto no es otra cosa más que ahondarlo, densificarlo, añadirle contenido. Entendiendo ese contenido, por supuesto, por profundidad. Con el primer borrador tenía la historia básica, las acciones básicas y los personajes encargados de llevarla a cabo, digamos que había recorrido la historia de manera horizontal, mientras que en el segundo borrador me detenía en algunos puntos del camino y cavaba un poco, haciendo el episodio más hondo, dilatando, así, el ancho del argumento, engordándolo.

Engordar el texto, Itinerario de Literatura Fantástica, Terror y Ciencia Ficción, Escuela de Escritores,-IMG3-52

Esto es algo típico de la novela y que no se aplica tanto al relato (En este artículo ya vimos las principales diferencias entre los dos géneros). Con esto no quiero decir que el relato no pueda trabajar en la profundidad, qué va, sino que la profundidad de un relato, o su densidad, no viene dada por el añadir, sino por el quitar, por aquello que se sugiere o se deja caer. En el relato, el trabajo de señalar esa profundidad es del lector, mientras que en la novela suele recaer en el narrador.

Este engorde ayuda también a redondear a los personajes, dotarlos de contradicciones y reflexiones que los hagan más tridimensionales. Es recomendable que los lectores tengan la sensación de que conocen a los personajes, que saben qué cosas les motivan, les gustan y detestan. En este momento de engorde, es adecuado añadir esos pequeños detalles que harán a nuestro personaje aún más creíble.

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Una novela, sobre todo una novela larga, es un lugar donde el lector quiere quedarse, donde quiere sumergirse. Por mucho que los profesores de escritura creativa recomendemos centrarse en las acciones, lo cierto es que hay momentos dentro de una novela en los que el lector querrá perderse, querrá leer reflexiones y sentir lo que el personaje está sintiendo. Esos momentos dotarán al libro de una carga de significado muy potente que hará sentir al lector que está leyendo algo profundo, que quiere decirle algo. Todo esto puede conseguirse, como ya hemos dicho, sin necesidad de sumar más palabras a nuestro texto, pero lo cierto es que el lector de novela quiere leer, quiere quedarse en el mundo ficcional que hemos creado (sin que nos refiramos con esto necesariamente a los géneros de lo imposible). Cuando un lector acepta seguirnos a la historia que hemos creado, muchas veces querrá saber más y sentir que comparte la historia con los protagonistas durante un tiempo, trasladarse a vivir, durante la lectura, al mundo de la novela. Y eso es algo que podremos conseguir en esta fase de engorde.

En mi caso concreto, me encuentro revisando un proyecto muy ambicioso (para mí) con varios protagonistas y narradores. Al llegar al final del primer borrador fue cuando me di cuenta del verdadero alcance de la peripecia y de lo que la acción del argumento significaba para los personajes. Eso me permitió, en la segunda lectura, añadir aquello necesario para dotar a mis personajes de sentido con respecto al argumento, para acabar de colocarlo y, además, darles esa tridimensionalidad de la que hablábamos antes. Es cierto que podía no haberlo hecho, dejar visible para el lector solo la parte que estrictamente influía y se veía influenciada por las acciones del texto; pero entonces hubiera sentido que mis personajes no eran reales, que estaban creados al servicio de una historia (como evidentemente sucedía).

Con este engorde, noto la historia más madura, más densa y verdadera. Es como si antes tuviera un esqueleto con un poco de carne y ahora le estuviera colocando los músculos y la piel. El esqueleto va a seguir sosteniéndolo, pero ahora está más cerca de parecer humano.

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Hay que tener en cuenta que no hablo aquí de añadir palabras y palabras porque sí. Muchas veces este engorde se soluciona con un par de frases. No estoy hablando necesariamente de sumar palabras, sino de ensanchar la historia para que abarque mucho más, para que se expanda. Es más, si conseguimos hacerlo con un número limitado de palabras, demostraremos que nuestra capacidad escritora es mayor que si necesitamos miles de palabras para hacerlo.

Reconozco que disfruto mucho de esta fase de la revisión porque me permite mezclar la revisión con la escritura y me permite, también, ir sembrando de semillas toda la novela y observar después, con las posteriores lecturas cómo van creciendo hasta llegar al final del libro. Es decir, que engordar el texto también me sirve para dar cohesión a lo que se ha escrito y hacer que no parezca una sucesión de episodios sin más. En una novela de estructura clásica o con un solo narrador, esto puede resultar evidente o sencillo, pero cuando tu proyecto se complica un poco, a veces es muy necesario realizar este tipo de uniones y eslabones o perderemos al lector por el camino.

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De momento, no he sido capaz de realizar esta fase desde el comienzo de la escritura porque al principio necesito centrarme en la trama y el argumento para saber seguro hacia dónde me estoy dirigiendo. Quizás piense que este trabajo es demasiado esfuerzo para algo que quizás no voy a terminar. Mientras a mí me funcione, estoy contento con este método. Como siempre os digo, lo importante no es hacerlo así o hacerlo asá, sino hacerlo de la manera que más eficaz resulte con vuestro modo de trabajar. Conocerse a uno mismo como escritor, es la mayor habilidad que podéis adquirir en vuestro aprendizaje como escritores.

Quizás vosotros le llaméis a esta fase de otro modo o la realicéis en otro momento. Si es así, estaré encantado de leer en los comentarios vuestra manera de engordar o de dar profundidad a los textos.