Con este artÃculo cerramos, de momento, nuestra incursión dentro de la tensión narrativa. Os recuerdo los dos anteriores artÃculos en los que tratábamos el tema por si queréis echarles un vistazo o por si queréis recordar alguno de los conceptos. En el primero hablábamos de la intriga y el suspense y en el segundo hablábamos del interés romántico y de cómo usarlo para crear tensión.
Esta semana os quiero hablar de otro recurso para crear tensión narrativa en vuestros textos de forma sencilla y eficaz; el reloj narrativo. Lo primero que puedo decir de esta técnica es que es muy llamativa y que, por lo tanto, no debe emplearse con asiduidad.
Vamos por partes: ¿a qué me refiero con reloj narrativo? Un reloj narrativo es un elemento de cualquier historia que suponga una cuenta atrás para el protagonista. Dicha cuenta atrás, sea temporal, espacial o de otra Ãndole, debe ser conocida por el lector para que el reloj narrativo tenga efecto. Un tÃpico reloj narrativo es aquel en el que el protagonista debe cumplir una misión antes de determinado tiempo. Quizás el más famoso de la literatura sea el de La vuelta al mundo en 80 dÃas.

En este caso, al tratarse de un reloj tan amplio y de tener unas consecuencias tan leves (perder una apuesta), la tensión que se consigue con el reloj es limitada. Pero imaginad que el protagonista en lugar de perder una apuesta, perdiera la vida si no consigue dar la vuelta al mundo en ese periodo. Eso ya es otra cosa, las consecuencias son mayores y, por lo tanto, la tensión también lo será. Y esto se debe, simple y llanamente, a que hay más en juego y como lectores tendremos más ganas de saber si el personaje logra o no su objetivo.
A pesar de eso, el reloj narrativo sigue siendo muy largo y corremos el riesgo de que dicha tensión se diluya en la narración y que se concentre, como es evidente, en la parte final, cuando el plazo se acerca a su fin. Eso es algo que siempre va a pasar con los relojes narrativos; la tensión irá en aumento a medida que se agote el plazo que se haya dado en la historia. Por eso es imprescindible que el lector conozca dicho plazo. Si el personaje no lo conoce, hablarÃamos de intriga y de reloj narrativo, puesto que, tal y como ya dijimos en anteriores artÃculos, los elementos generadores de tensión pueden mezclarse perfectamente o pertenecer a varias clases. Imaginemos que el protagonista de La vuelta al mundo en 80 dÃas tuviera una semana en lugar de 80 dÃas. Ahà la tensión serÃa muy alta desde el comienzo, aunque corremos el riesgo de que el lector piense que es una meta imposible y no sienta ningún tipo de interés en la historia. Hay que manejar un fino equilibrio en el que el plazo parezca poder cumplirse y, a la vez, parezca imposible.

Este ejemplo que hemos visto habla de un reloj narrativo temporal puro, pero en nuestras historias podemos encontrar otros muchos de diferentes tipos (aunque la mayorÃa tienen una relación directa con el tiempo, de ahà el nombre, evidentemente). Por ejemplo: imaginad que un personaje debe llegar a algún lugar antes que otro. Ahà la tensión aumentarÃa a medida que nos acercáramos al sitio porque no sabrÃamos exactamente de cuánto tiempo disponemos. HablarÃamos de un reloj narrativo espacial. Lo mismo sucederÃa cuando nuestro personaje debe hacer algo antes de que suceda otra cosa. No se nos dice el tiempo que tiene, por lo que la tensión debe generarse por saber si consigue o no su objetivo. Un personaje, por ejemplo, que deba recoger la casa y sacar a sus amigos borrachos antes de que regresen sus padres de viaje. En ambos ejemplos hay una temporalidad, debe cumplirse un objetivo antes de un momento concreto, solo que como desconocemos con exactitud el tiempo, debemos hacer hincapié en otra medida, el espacio en el primer caso, la limpieza en el segundo.

¿Y cuándo puedo usar un reloj narrativo? Puedes usarlo para hilar la historia, como hace Julio Verne en su vuelta al mundo, aunque en este caso la tensión se te concentrará, y debes ser consciente de eso, en el final de la historia. También puedes usar relojes pequeños que puntualmente aumenten la tensión cuando haya momentos en los que la trama principal de tu historia decaiga un poco o necesite un tiempo de descanso. Son muy eficaces y captan en seguida la atención del lector, por lo que es algo que sà te recomendamos planificar de antemano.
Por lo tanto, tenemos dos elementos clave en el uso de los relojes narrativos: la cuenta atrás y las consecuencias. El lector debe ser siempre consciente de las dos cosas si queremos exprimir el recurso al cien por cien. Y, por supuesto, debemos tener en cuenta que los plazos deben poder cumplirse aunque sean difÃciles y también que las consecuencias deben cumplirse también puesto que nos hemos comprometido a ello con el lector. Si no se cumple el plazo y la consecuencia no se produce, el lector se sentirá estafado y engañado, probablemente no volverá a confiar en nosotros. Habremos roto, por tanto, el pacto con el lector que establecemos al comienzo de la historia.

Siempre uso el mismo ejemplo para ilustrar esto porque creo que es muy clarificador. En La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, el protagonista dice en determinado momento que en tres dÃas estarÃa muerto. Un reloj narrativo, intriga y suspense a la vez. Es imposible dejar el libro a partir de ese momento. Pero llegamos al final y el suspense se cumple, le disparan, la intriga se disipa, ya sabemos lo que sucede, y, sin embargo, las consecuencias del reloj narrativo no se realizan: el protagonista despierta en el hospital después del disparo porque nos habÃa dicho que morÃa, pero no nos habÃa dicho que solo metafóricamente. Fin. No he vuelto a tocar un libro del autor.
Es una técnica muy común que habéis visto mil veces en las pelÃculas y leÃdo en los libros. Seguro que hay algunas que os suenan mucho. ¿Las compartÃs en los comentarios?