El recorrido y la evolución de cada escritor es único y personal, por supuesto, pero es cierto que dentro de esa unicidad podemos encontrar algunos rasgos comunes que nos ayuden a evolucionar y a dar un paso más hacia el escritor que queremos ser. Por eso mismo, hoy nos gustaría hablaros de cinco momentos concretos en los que la mayoría de los escritores sienten que se encuentran estancados y que no están evolucionando. Son momentos angustiosos que si no se manejan adecuadamente pueden llegar incluso a provocar el abandono de la escritura. Como mal de muchos, consuelo de tontos, os presentamos este listado para que sepáis reconocer esos momentos y podáis superarlos para seguir escribiendo.

Los hemos ordenado según la cronología en la carrera de un escritor principiante.

El primer momento de estancamiento puede darse cuando comenzamos nuestra educación como escritores. Descubrir que hay un montón de técnicas y un montón de cosas que no se pueden hacer (y que hacíamos) muchas veces conduce a un momento de saturación peligroso. Lo normal es que la primera sensación cuando nos acercamos a los manuales de escritura o a los talleres es la de que avanzamos muy deprisa. Los primeros consejos o normas a aplicar son sencillos y muy eficaces. Sin embargo, al igual que sucede con el aprendizaje de idiomas, a medida que profundizamos más en la materia, el tiempo invertido se traduce en un avance mucho menor. Esa disminución en la velocidad de aprendizaje puede ser considerada, erróneamente, como un estancamiento. Esta fase puede durar bastante tiempo, pero depende de la actitud y de la evolución de cada uno. Si perseveramos y no perdemos la fe, acaba pasando y comprobaremos que en realidad estábamos avanzando mucho más de lo que pensábamos.

Durante esa primera fase, o justo antes o después, puede darse el segundo tipo de estancamiento. Es el que se produce cuando nos comparamos con la evolución de otros escritores. Alguien te dice: «Pues Pepito publicó su primera novela a los quince» y tú, que ni siquiera sabes quién es Pepito, te planteas si no ha pasado ya tu momento. Una vez entras en este mundillo vas conociendo escritores y siempre parece que a ellos les va mejor que a ti o que tienen las cosas más claras. Y no es así. No solo no es así, sino que probablemente estéis todos igual de perdidos e igual de estancados. Es importante nunca comparar las evoluciones de dos escritores porque la escritura es algo muy personal y subjetivo y, por lo tanto, depende enormemente de la persona. No podemos pretender que dos escritores alcancen el mismo nivel de profesionalidad a la vez. Tampoco debemos plantearnos una meta común, puesto que nuestros intereses y aptitudes nunca serán las mismas. Solo debemos compararnos con el escritor que fuimos ayer.

Una vez superados esos dos puntos críticos, lo normal es que, como escritores, queramos embarcarnos en un proyecto de escritura. Si se trata de un proyecto largo, puede que cuando llevemos la mitad del trabajo hecho, comencemos a dudar de nuestra capacidad para acabarlo. O incluso que pensemos que esa historia no tiene ningún tipo de interés. Es una sensación normal producida por la cercanía con nuestro proyecto. Al pasar tanto tiempo destripando la historia, tendemos a pensar que en realidad no tiene ningún valor puesto que no tiene secretos para nosotros. Hemos perdido la perspectiva. Considero que es muy importante intentar con todas las fuerzas terminar los proyectos. Aunque después vayan a quedarse en un cajón para toda la eternidad. Ser capaces de acabar lo que hemos empezado nos dará fuerzas para empezar de nuevo otro proyecto. No hay novelas empezadas. O hay novelas acabadas o no hay nada. La experiencia es la única que puede darte una visión más objetiva para poder decidir si de verdad nos equivocamos al elegir el proyecto o nuestras dudas vienen por motivos de inseguridad. Muchos escritores alargan ese momento intermedio porque si un proyecto no está acabado no puede ser malo, simplemente está aún en proceso creativo. Yo recomiendo hacer como los burros cuando dudemos de nuestra capacidad y nuestro interés por la historia: agachar las orejas y seguir empujando el arado.

Lo mismo puede pasarnos en el cuarto estancamiento: la revisión. Ya escribimos un artículo sobre los riesgos de la sobrerrevisión. Hay que tener cuidado para distinguir el momento en el que dejamos de pulir un texto y comenzamos a estropearlo. Nos pasa en todos los ámbitos de la vida. ¿Cuál es la última vuelta antes de pasar de rosca el tapón o el tornillo? Quizás es mejor dejarlo un pelín aflojado en lugar de cargárnoslo del todo, ¿no? Aquí hay un riesgo enorme porque puede romper la confianza que genera el terminar un proyecto. Si nos cargamos una historia en la fase de revisión, el bajón y la inseguridad como escritores puede ser brutal. De nuevo, tenemos que inventarnos una fe ciega en nosotros y pasar al siguiente proyecto, en el que afinaremos aún más ese momento de revisión.

El último momento de estancamiento puede darse cuando ya hemos conseguido terminar nuestro proyecto y lo publicamos. Hay muy pocas posibilidades de que nuestro libro se convierta en el libro del año y rompa récords de ventas. Escasas, casi nulas. Aun así, nuestro corazoncito siempre se crea esas expectativas. Cosechamos algunas críticas buenas, un par de malas, vendemos ejemplares, y ya. Nada pasa. Nada cambia. La gente que nos sigue nos pregunta por el próximo libro y notas la presión y sientes que no has logrado lo que esperabas y que serás incapaz de hacerlo porque encima ya no tienes la ilusión que tenías en el primer proyecto. La escritura es una carrera de fondo y hay que seguir corriendo. Muchas veces no hay meta, pero podemos pasar por varios puntos intermedios por el camino donde se nos dará agua para continuar. Todo depende de la razón por la que nos hayamos hecho escritores. Si conseguimos tener cuatro fans, hay que seguir escribiendo como lo harías si tuvieras cinco mil. Considero que la publicación, y creo que sería sano que muchos escritores lo pensaran, no es la meta, sino un extra. La meta debe ser, siempre, estar satisfecho con la forma de tu proyecto acabado. Cualquier venta o reseña es un extra que debe ser recibido como una propina. Por supuesto, a todos nos gusta el dinero y también el reconocimiento. No estoy diciendo que no luchemos por ello y que no lo favorezcamos, pero tampoco debe ser nuestro objetivo como escritores.

¿Os reconocéis en alguno de estos puntos?, ¿habéis pasado por estos estancamientos?, ¿cómo los superasteis? Dejádnoslo en los comentarios.