Título: La casa de las arenas movedizas

Autor: Carlton Mellik III

Traducción: Hugo Camacho

Editorial: OrcinyPress

Páginas: 254

Fecha de lectura: Agosto 2017

Antes de comenzar a desgranar un poco mi opinión al respecto de la lectura, me gustaría contaros un poco el argumento del libro de Carlton Mellik III. Polly y Pulga son dos hermanos que viven en una casa enorme de la que solo conocen la Guardería donde habitan. Nunca han visto a sus padres y solo interactúan con Tata, la cuidadora, y con los otros niños del colegio. Viven esperando el día en el que puedan salir y conocer finalmente a sus padres, que deben venir a buscarlos desde los confines de la casa y salvarlos de los siniestros. Pero empiezan a suceder cosas extrañas y todo se desmorona antes de la llegada paterna.

Esto es todo lo que puedo decir sin desvelar nada más del argumento y sin hacer spoilers. Aun así espero que sea suficiente para haber abierto el apetito de los lectores. La obra se adscribe dentro del género bizarro y, como tal, presenta una mezcla de situaciones límite, casi absurdas, humor, sangre y sexo. Bueno, en este caso el sexo no es que aparezca muy a menudo, pero subyace de forma latente. Es una obra tanto tierna como terrorífica. Incómoda por momentos, pero que es imposible que quieras dejar de leer.

Voy a comenzar por las cosas que más me han gustado de la novela: Lo primero que me gustaría destacar es la traducción cuidada y natural que realiza Hugo Camacho en la novela. Creo que parte de la magia que tiene el libro reside en el nombre que reciben tanto los personajes, como los lugares, como las partes de la casa. Elementos sutiles, pero importantes a la hora de crear un mundo.

Precisamente ese mundo, condensado dentro de una kilométrica casa, es otro de los puntos fuertes que presenta la obra. Introducir un mundo entero en un espacio tan «pequeño» como puede ser una casa es complicado. Sin embargo, el autor consigue que poco a poco, a medida que los personajes expanden su mundo, vayamos comprendiendo el ambiente en el que se mueven y el tipo de casa en la que se encuentran. Esa ambientación viene propiciada por una atmósfera opresiva de oscuridad, peligro y agobio que no abandona el libro en todo momento. De ahí proviene principalmente el terror y la angustia que puede generar la novela.

Por otro lado, la ternura viene dada por los niños y sus ansias por conocer a sus padres. Todo lo que hacen o dicen es producto de esa necesidad y de ese deseo. Los personajes actúan mucho y toman decisiones importantes a lo largo de la historia, crecen. Eso potencia también la ambientación. Los personajes son muy pocos y si juntamos a eso que el espacio es opresivo, la obra podría haber llegado a cansar. No es el caso ni mucho menos. La novela se lee con rapidez y los acontecimientos suceden de manera fluida a lo largo de todo el texto. Nunca dejan de suceder cosas y nunca dejamos de descubrir cosas nuevas.

Junto a los personajes y el mundo, creo que el tercer acierto del libro es la trama. Como decía arriba, todo podría haberse quedado en agua de borrajas si los personajes y el mundo en el que se encuentran no fueran opuestos. Es decir, los personajes luchan por conseguir su deseo (luchan ferozmente además) y el ambiente hostil en el que se encuentran se empeña en que no sea así. Los personaje, y con ellos los lectores, no tienen ni un solo minuto de respiro hasta el final de la novela. Un acierto.

En cuanto a las cosas que menos me han gustado del libro, me centraré en dos de ellas. Las que para mí son principales, aunque son mucho menores que los puntos fuertes, por supuesto. La primera cosa que no me ha gustado es que el punto de vista del narrador fluctúa de unos personajes a otros sin que haya una motivación clara en algunas ocasiones. Creo que la novela hubiera ganado bastante si se hubiera centrado en el punto de vista de Pulga, el hermano pequeño, porque le habría dado una cohesión interna mayor a la que tiene. He de decir que los saltos no son excesivos, pero precisamente por eso se hacen especialmente molestos cuando llevamos muchas páginas siguiendo los pensamientos y acciones de un personaje concreto y el narrador cambia bruscamente a otro.

La otra cosa que me ha gustado menos es que los personajes actúan a veces movidos por unas variaciones de carácter no siempre comprensibles. Hacen cosas que no deberían hacer por cómo son o por las capacidades que tienen. No llega a ser tan grave como para romper el pacto con el lector, pero no cabe duda de que a veces ha hecho que mi credibilidad cayera en momentos altos de tensión.

A pesar de estos dos puntos, «La casa de las arenas movedizas» es una obra que recomiendo encarecidamente y que se ha convertido en uno de los mejores libros que llevo leídos este año. Se la recomiendo a todo el mundo, no solo a los amantes del terror, de lo raro o de la literatura fantástica. Se la recomiendo a cualquiera que quiera conmoverse con unos personajes que, como todo el mundo, andan a ciegas por un mundo confuso, que se desmorona y que es hostil, mientras buscan algo de cariño.